Rafael Rincón González, exponente del canto vivencial
Muere el Día del
Maestro del año 2012 antes de cumplir los 90 años
Rodeado de arte en su
máxima expresión y escuchando la música autóctona de su lar nativo nace Rafael
Rincón González el sábado 30 de septiembre del año 1922. Hijo del dibujante,
pintor, fotógrafo y maestro Neptalí Rincón e Inés Delia González de Rincón.
Su perspicacia por
las armonías zulianas estuvo influida por la voz de su madre quien cada tarde
luego de rezar con el acompañamiento de la guitarra de Don Neptalí deleitaba a la familia con algunas melodías.
De los hijos del matrimonio, concebidos en la casa nro. 18 de la calle Los
Biombos del Saladillo, sólo Rafael y Luis Guillermo heredan esa querencia por
la música.
Antes de consagrarse
como cantautor cumple varios oficios. Con una guitarra desarrolla sus aptitudes
artísticas y se dedica a la docencia en aulas de las escuelas de la Shell en la
Costa Oriental del Lago y luego de Maracaibo.
Perfila su vena
musical con una propuesta didáctica y novedosa. Se faculta para inmortalizar
minuciosamente notables episodios de la Maracaibo de antaño. El canto de Rafael
Rincón González es fundamentalmente vivencial. Plasma minuciosamente en
cada verso un rasgo de la ciudad que le vio nacer y convertirse en un vehemente
enamorado. Un maestro de las artes plásticas como su padre, Carlos
Parra Bernal, lo distingue como “El pintor musical del Zulia”.
Han transcurrido sólo
tres años del adiós de tan apreciado juglar. Despedida que se produce de súbito
posterior a una noche de reencuentro, de familia y de amigos. A pocas horas de
regresar de una visita que ansiaba a la Costa Oriental del Lago muere en su
casa “La soberana” de la urbanización El Pilar en Maracaibo el 15 de enero del
año 2012 pocos meses antes de cumplir 90 años.
“Pregones zulianos”,
“Nuestra gaita”; “Lago de Maracaibo”, “Soberana”, “Cosas del ayer”, “Mi
barriada”, “Gaita viajera”, “Ziruma”, “La bajada de la Virgen”, “Maracaibo
florido” rememoran su estampa,
cordialidad y entrega. El apasionado maracaibero quedó grabado en la memoria de
su pueblo donde permanecerá por varias generaciones y como escribí en otra oportunidad…
su pregón silba como el viento por atajos y
trillas de nuestra tierra.
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